domingo, 21 de febrero de 2016

CRÓNICA

Antonio Tejero responde 35 años después

Dos grados bajo cero en el corazón de Madrid. La temperatura más baja del año en la capital. Son las ocho y cuarenta de la mañana y dos coches oficiales están aparcados en doble fila en una de las calles colindantes con la glorieta de San Bernardo. Cuatro fornidos guardaespaldas comentan el partido de Championsentre el Real Madrid y la Roma. De repente, una mujer de eléctrica cabellera rubia aparece y se apresuran a escoltarla. Es Cristina Cifuentes, la presidenta de la Comunidad y responsable de resucitar al PP de Madrid de sus cenizas púnicas. Lleva un jarrón con unos tulipanes blancos y exhibe sonrisa profidén. No la seguimos a pesar de que está de candente actualidad. Buscamos a su vecino más ilustre. A aquel que quiso poner en jaque a la democracia con un golpe de Estado del que quedan monárquicos interrogantes por resolver. Al hombre que aquel 23-F irrumpió, pistola en mano, en el Congreso de los Diputados al grito de "¡Quieto todo el mundo!". A Antonio Tejero. Un ex guardia civil que rompe su silencio enCrónica 35 años después de entrevistarse con la periodista Pilar Urbano en una de las prisiones donde cumplió condena.
El cabecilla de la intentona golpista reside en una antigua colonia militar fuertemente vigilada las 24 horas del día por conserjes con mono azul. En el mismo edificio donde vivía el general Armada, ya fallecido, que aspiraba a gobernar España si el 23-F no hubiese fracasado. Tejero lleva parapetado cinco días en su piso de 149 metros cuadrados. Este año no se fue a la isla de La Palma como lo hizo en 2011. "Siempre se esconde cada vez que se acerca un aniversario del golpe de Estado [este martes se cumplen 35 años]. No le gusta que le persigan ni que saquen fotos suyas en la prensa", nos relata un familiar.
En el rellano de su vivienda, Tejero ha colgado un cuadro de La rendición de Bredade Diego de Velázquez. Es un gran amante de la pintura y discretamente suele perderse con su mujer por el Museo del Prado en los días de menos afluencia turística. En su puerta de madera, hay una figura de Cristo bañada en plata. Siempre ha sido un fiel devoto. Un capillita. Va a misa a diario en la parroquia de Santiago el Mayor en Madrid.
Tocamos el timbre y aparece el ex teniente coronel en perfecto estado de revista. Como si fuese un general de alto rango dispuesto a salir a desfilar un día de la Hispanidad entre tanques y aviones del Ejército. Con una chaqueta marrón, un jersey de lana rojo y una frondosa perilla perfectamente cuidada. Parece recién salido de una peluquería hipster del barrio progre de Malasaña. Observamos que se ha teñido el pelo ligeramente de rubio. Su aspecto es saludable para sus 83 años de edad y tiene menos ojeras que un muñeco del Museo de Cera de Madrid. Es imposible no imaginárselo en la tribuna del Congreso con el tricornio y esa arma empuñada disparando al cielo de la cámara, muy cerca del gallinero del que estas semanas escaparon los diputados de Podemos.
Tejero nos atiende educadamente con un sonoro deje malagueño y con la condición de que no le interpelemos sobre su episodio más famoso. El mismo que le llevó a ser condenado a 30 años de prisión por un delito de rebelión militar consumado, con agravante de reincidencia, con pena accesoria de pérdida de empleo (la expulsión de la Guardia Civil y la pérdida del grado) e inhabilitacióndurante el tiempo de la condena. Tejero cumpliría 15 años y nueve meses gracias a sus trabajos en la cárcel y a donaciones de sangre. Salió en libertad condicional el 3 de diciembre de 1996. Pese a que fue el último de los implicados en la intentona golpista en recuperar la libertad, le consideraron como un traidor de la patria que tanto ensalzaba a grito pelado en los cuarteles militares.

"Muy peocupado"

El ex guardia civil prefiere hablar de política en estos momentos de incertidumbre y teatro postelectoral. Según su entorno, sigue los debates televisivos ("sobre todo, los de 13TV", nos dicen) y está "muy preocupado" por una posible irrupciónde Pablo Iglesias en La Moncloa. Un líder cuyos principios se sitúan en las antípodas de Tejero, quien sigue siendo todo un símbolo para los cada vez más minoritarios movimientos de ultraderecha.
-Señor Tejero, ¿cómo vería a Podemos en el Gobierno?
El hombre frunce el ceño.
-¿Podemos en el Gobierno? Uff... Lo de España me duele muchísimo... Todo.
Para Tejero la integridad de España como nación es algo básico. Irrenunciable. De hecho, en 2012 mandó una carta al diario Melilla Hoy informando de que había denunciado ante la Fiscalía General del Estado al presidente catalán, Artur Mas, por su fiebre independentista. Le acusaba de ser "autor máximo" de un presunto delito de "provocación, conspiración y proposición para la sedición", contemplado en el artículo 548 del Código Penal. "Por sus continuas y reiteradas pretensiones secesionistas de una parte importante de España como es el Principado de Cataluña, que es España desde los primeros momentos de conseguirse la Unidad de la Patria". A Mas le llamaba "Arturo". Cuentan sus familiares que Tejero sufrió con los últimos "desvaríos independentistas" de Mas y de su sucesor en la Generalitat, Carles Puigdemont. De la monarquía, en cambio, guarda silencio.
-¿Y qué opina del nuevo rey Felipe VI? -le preguntamos. Se lo piensa varios segundos.
-Prefiero no opinar al respecto.
-¿Cuándo nos contará el papel real que jugó su padre Juan Carlos en el golpe del Estado?
-No voy a hablar de ese tema.
-¿Pero por qué evita este asunto con tanto ahínco? -le interrogamos.
-Guardo silencio porque es mi forma de ser. Yo soy militar, hice mis cosas y se acabó...
-¿Pero alzará la voz alguna vez?
-No lo sé. Mi hijo quiere escribir un libro sobre mí. Le hace mucha ilusión, más que a ustedes, conocer la verdad, pero sus preguntas son muy comprometidas para mí.
Tejero no suelta prenda sobre ese hipotético libro. Ni desvela la identidad del hijo del que parte el ofrecimiento. Podría referirse a Ramón, alias Moncho, el cura que durante 18 años dio homilías en La Cala de Mijas (Málaga) y ahora está destinado en la localidad malagueña de la Cala del Moral. El párroco nos atiende días después al teléfono.
-Mi padre es muy receloso de su intimidad y nos ha pedido que no demos datos sobre él -explica Moncho, quien en 2009 publicó una carta en Abc honrando la figura de su padre. "Es un hombre de honor, fiel a sus principios religiosos y patrióticos. Es coherente y sincero. Es un militar de los pies a la cabeza, consciente de sus responsabilidades, entregado a sus hombres. Es un hombre cumplidor, trabajador hasta el extremo, leal ante el significado de la palabra juramento y fiel al mismo. Es un hombre sereno, sencillo, disciplinado y amante de la verdad. No es violento ni agresivo", escribió Ramón, que ni confirma ni desmiente su intención de publicar un libro.
No sería la primera vez que le plantean a Tejero la posibilidad de escribir una obra. En el año 2000 la editorial Planeta le ofreció, a través de la periodista Pilar Urbano,un cheque en blanco a cambio de relatar sus memorias. Incluyendo la planificación del golpe de Estado y esas reuniones más allá de la cafetería Galaxia.
"Le llamé por teléfono y le dije que la editorial le pagaba lo que pidiese. Le comenté que ese libro sin él no era posible y que lo tenía que contar todo, incluso de lo que se enteró más tarde, en prisión. Planeta quería a alguien polémico, a la hija de Franco, a Gutiérrez Mellado [el general que se enfrentó a Tejero en el Congreso] o a él. Tejero me dice que no, que él no necesita dinero y que nunca había hecho nada en su vida por dinero. Que es feliz con lo que tiene y que tenía lo suficiente para conseguir el pan de cada día. Me asegura que él ya dijo toda la verdad en los juicios y que es el único que no mintió. Y me comenta: "Yo hice lo que creía que tenía que hacer para salvar a España. Yo ya no soy coronel, ni guardia civil, he perdido mi carrera, pero nunca perderé mi patriotismo"", recuerda Pilar Urbano, la última periodista que le entrevistó. Estuvo una hora con él en laprisión militar del Castillo de la Palma (Ferrol) el 8 de mayo de 1981. Tejero disfrutaba de una cómoda estancia de unos 65 metros cuadrados con varias habitaciones, un servicio con bañera y una cocina, y hasta allí se desplazaban sus partidarios con bandejas de carne, marisco o vino. Ahora sus propietarios quieren convertirlo en un spa. Allí aprendió varios idiomas, estudió Geografía e Historia y escribió unas memorias que, a día de hoy, no verán la luz.
Urbano nunca llegó a publicar aquella entrevista por "pureza profesional" y para no ser acusada de "tejerista", según reconoce la ex columnista de Abc. "Un medio en el que hubo golpismo en aquellos años", asegura Urbano. A pesar de no publicar su careo con Tejero, un juez quiso inhabilitarla por haber entrado en la prisión contraviniendo las órdenes de la autoridad militar. Su cabreo fue tal que Urbano llamó desde el despacho de un subdirector del diario monárquico a La Zarzuela y pidió hablar con el rey. "Fíjate si el monarca estaba en ascuas que se me puso al teléfono cuando yo era una simple periodista", rememora Urbano.
El Rey le contestó: "¿Qué pasa, Pilar?
-¡Majestad, quieren inhabilitarme! -le espetó.
-¿Pero qué ha hecho? -le interrogó don Juan Carlos.
-Entrevistar a Tejero. Yo vivo de esto y como intenten ir a por mí lo cuento todo... ¡Todo! -le expuso.
-Estáte tranquila -le comentó el jefe del Estado.
A los pocos días, su causa se sobreseyó. ¿Acaso el monarca tuvo miedo a que la reportera tirase de la manta?
"Yo por aquel entonces no sabía que el Rey jugó un papel en el 23-F. Con el paso del tiempo entendí que el Rey pensó que yo estaba al tanto de todo y por eso pudo actuar en consecuencia", afirma Urbano. Ésta no tiene actualmente relación con Tejero y desconoce cómo es su vida cotidiana. Para ello, regresamos al domiciliodel antiguo miembro de la Benemérita.
-Señor Tejero, ¿cómo ha llevado todos estos años en silencio?
-Apechugo con todo lo que me echaron encima y ya está. Trataron de destruirme, pero ahora soy feliz. Sólo quiero vivir tranquilo... Como un jubilado más.
La conversación se termina ahí. Es su mujer, Carmen Díez Pereira, la que la interrumpe. La misma que compró los autobuses a la compañía La Sepulvedana para transportar a los militares sediciosos el 23-F.

Su familia y la falange

Para conocer los últimos movimientos de Tejero hay que acudir a su círculo más íntimo. A sus familiares o algunos de sus veteranos camaradas de la Falange. El ex guardia civil prácticamente no guarda relación con personas ajenas a su familia o a sus compañeros de ideología. De hecho, es habitual verle en las conferenciasque organiza la Falange en la calle Silva de Madrid. El viernes de la semana pasada, por ejemplo, asistió a la charla del capitán Abad, uno de los 200 militaresque asaltaron las Cortes Generales a sus órdenes. Se titulaba El 23-F del Congresoy en el flyer promocional, que distribuyeron a través de Facebook, aparecía Tejero silueteado. El ex coronel vibró con la ponencia de su compañero de asalto.
Él se siente en familia entre los miembros del partido falangista. Le veneran como a un héroe de guerra. Tejero es todo un símbolo para las formaciones de extrema derecha. Lo explica Manuel Andrino Lobo, el presidente de la Falange: "Además de su cercanía ideológica, a la que no ha renunciado nunca, para nosotros es elejemplo vivo de un hombre de honor, que supo cumplir con su deber luchando contra ETA y su entorno, jugándose no pocas veces la vida, y que cuando se le requirió para, cumpliendo órdenes, ocupar el Congreso de los Diputados, lo hizo sin titubeo alguno, acabando con dicha ocupación en cuanto tuvo el menor indicio de que aquello era un pasteleo preparado desde las más altas instituciones del Estado. Honor y lealtad hacia España es algo que entendemos muy bien los falangistas". Es esta devoción la que explica que el merchandising tejerista siga vendiéndose por internet. Desde llaveros hasta tricornios. De hecho, hace dos años la sala de subastas Durán anunció la puja por el supuesto tricornio con el que Tejero había intentado perpetrar el golpe de Estado. Le pusieron un precio de salida de 6.000 euros.
Ramón, el hijo cura de Tejero, tuvo que lanzar un comunicado para aclarar que aquel objeto era falso. "El tricornio que la sala de subastas Durán tiene en su poseer no pertenece al teniente coronel Antonio Tejero, ni ha pertenecido nunca. El original se conserva custodiado en la casa familiar", manifestó. El ex teniente también distribuye los cuadros que pinta entre sus acólitos, aunque lo cierto es que ya no se pagan las barbaridades de antaño. Ahora cualquiera puede encontrar una de sus obras por internet por 600 euros, y no por los 2.400 de hace unos años. Sus paisajes y retratos incluyen dedicatorias del golpista, que aprendió a pintar entre rejas. Uno de los vendedores de sus obras atiende a Crónica. "Los cuadros son malos artísticamente, pero tienen su valor histórico. Los que los compran suelen ser fanáticos de Tejero. En Valencia conozco a uno que tiene tres de sus obras. Me siguen llamando interesándose por las obras de Tejero, pero algunos quieren regatear demasiado", cuenta.

Tumbona en la playa

Hace unos años publicaron que la venta de cuadros era su principal ingreso, pero nada más lejos de la realidad. Tejero, a pesar de ser expulsado de la Benemérita, cobra pensión del Estado, al igual que su mujer. Su estilo de vida, además, es el de una persona austera, por lo que no tiene problemas para llegar a fin de mes. En invierno apenas se deja ver por restaurantes y en Semana Santa y verano se desplaza hasta Torre del Mar (Málaga), adonde estuvo destinado. Es su paraíso alejado del mundanal ruido de la gran ciudad.
Allí reside en un edificio llamado las Torres de Colón, que es uno de los primeros condominios turísticos que se construyeron en la localidad malagueña y que esta semana ha estado custodiado por cámaras de televisión. Sus allegados hicieron creer a la prensa de Madrid que Tejero se encontraba en Málaga cuando realmente estaba en la capital.
En Torre del Mar es una persona querida. Sus vecinos hablan maravillas y cada verano disfruta tomando el sol en sus tumbonas del Carrefour. Sólo le falta la neverita de playa para ser el dominguero perfecto. El jubilado pasa mucho tiempo de recreo en el Club Náutico de Torre del Mar. Allí suele comer con sus familiares pescaíto de la zona. Y es un amante de la sobremesa. Uno de sus camareros ha recordado con gracia que Tejero siempre pide de postre "whisky marca nacional".
El ex teniente es amante de la feria de Málaga, donde se le ha visto en los últimos años. También visitó la colindante Fuengirola con motivo del entierro del ex ministro franquista José Antonio Girón de Velasco en el cementerio local, a unas tumbas de distancia de donde está sepultado el mito del Real Madrid, Juan Gómez Juanito. Porque Tejero siempre acude a cada cita importante de sus camaradas. Sea un entierro, un homenaje o la presentación de un libro. En 2014, por ejemplo, presentó el libro de su ex abogado, José Luis Jerez, sobre la historia de la Falange en Cataluña.
Pero si hay algo por encima de todo para Tejero son sus hijos, que le profesan profunda admiración. No se avergüenzan de él. Uno de ellos, de nombre Antonio, siguió la tradición familiar y se hizo guardia civil. Es el mismo que organizó una comida junto a su padre y otros golpistas en el cuartel de Valdemoro el 18 de febrero de 2013 para conmemorar el 33º aniversario del 23-F. Dar rienda suelta a su nostalgia le costó que Interior le destituyese como teniente coronel de la Guardia Civil, aunque tras recurrir la suspensión, la Audiencia Nacional ordenó su restitución en mayo de ese mismo año. Meses más tarde, sería ascendido a coronel.
Ahora está destinado a la Subdirección General de Apoyo en Madrid. Nos aseguran que en su despacho del cuartel de Valdemoro tenía un simbólico retrato tomado 12 años atrás. Por aquel entonces, el hijo de Tejero era el mandamás del cuartel de León y una mañana apareció una pintada en un muro. "Tejero fascista, fuera", se podía leer. El guardia civil, en vez de pedir que la limpiaran, se enfundó el uniforme y posó orgulloso a su lado.

'Tejerismo en la benemérita'

Otro de sus vástagos, Juan, de 47 años, es sargento en Ávila, y tres de sus 16 nietos también están en la Benemérita. Un quinteto de picoletos que garantiza la supervivencia del tejerismo en la Guardia Civil. El primero de los tres nietos guardias es Antonio Tejero Sande, de 27 años, quien ingresó primero en laAcademia General Militar de Zaragoza (igual que su abuelo), y luego en la Academia de Aranjuez (Madrid), donde se graduó como teniente. La vocación se la inculcó su abuelo, como reconoció a este suplemento. "Siempre he vivido en un cuartel, nunca he concebido otra vida. Mi abuelo me contaba cómo salía a luchar contra los maquis y me entraba el ardor guerrero", explicó. Otro de los hijos de Tejero Díez, Manuel Tejero Sande, de 25 años, también es guardia civil. Y Francisco Javier Hernández Tejero sirve en la Unidad de Escoltas de la Guardia Civil en Madrid tras incorporarse (con una de las notas más bajas de su promoción) a la Escuela de Oficiales y Suboficiales de Baeza (Jaén). Otro de sus nietos, Javier Tejero Sande, es sargento de la Armada.
Pero Tejero no sólo tiene militares en su familia. Además de contar con un vástago cura, su hija Elvira es maestra como su madre. Las mayores, Carmen y Dolores, están casadas con militares. De casta le viene al galgo.

lunes, 1 de febrero de 2016

La odisea interminable del tesoro imperial chino

Zhuang Ling posa en brazos de su padre, en el centro en primera fila, junto a otros participantes en el rescate del tesoro imperial chino, en un alto durante su larga marcha de 16 años. ÁLBUM FAMILIAR
El domicilio de Zhuang Ling en Taipei es un pequeño museo donde se acumulan las esculturas, las caligrafías y las pinturas de época. El veterano fotógrafo guarda incluso una réplica de los famosos tazones Ru de la dinastía Song (siglos XI y XII) de los que tan sólo se conservan unas pocas decenas. Obras únicas conocidas por su talla exquisita y su tono verde pálido, que la tradición oral china asocia al color celestial "tras la lluvia". Fue una de las piezas que trasladó su padre, Zhuang Yan, en el increíble periplo que realizaron casi 20.000 cajas cargadas con losobjetos más valiosos de la colección de arte imperial chino guardados en el Museo de la Ciudad Prohibida de Pekín.
-Mire, aquí aparezco yo, sentado en las rodillas de mi padre.
Ling muestra un pequeño álbum donde reúne algunas de las únicas fotos en blanco y negro que se conocen de aquella odisea. En una de ellas aparece junto a los miembros de la expedición posando en las rocas de un arroyo, agarrado al bastón de su progenitor.
Otras enseñan a los camiones atravesando un precario camino de barro empujados por la población local o subidos en pontones de madera para cruzar un río. Las cajas, miles de ellas, aparecen en una de las imágenes descoloridas. Esparcidas frente a la fachada que da acceso a la Ciudad Prohibida que hoy adorna el retrato de Mao Zedong.
La última fotografía que exhibe Ling es la del mismo navío, el Chug Ding, en el que viajó desde la ciudad de Nanjing (capital del ejército nacionalista liderado por Chiang Kai-shek) al puerto de Keelung en Taiwán en 1948. Entonces tenía sólo 10 años. Había nacido en medio del inconcebible viaje que inició la colección de arte imperial en una gélida noche de febrero de 1933 acompañada de cientos de empleados del museo capitalino, entre los que figuraba su padre, Zhuang Yan, un alto cargo del complejo.
Sus primeros recuerdos corresponden a aquel atribulado recorrido, cuando marchaba en un camión a la provincia de Sichuan huyendo del avance de las tropas niponas.
"La gente transportaba sus pertenencias colgadas de palos al hombro. Nos descubrió un avión japonés de reconocimiento. Tuvimos que cruzar un puente construido con tablones de madera y recuerdo cómo crujían por el peso del camión. Pero conseguimos pasar", rememora.
La vida de Zhuang estuvo asociada durante décadas a ese periplo épico en el que ex trabajadores y especialistas del recinto de Pekín escoltaron durante 16 años al tesoro arqueológico hasta su última etapa en Taiwán.
"Fue un verdadero milagro, porque casi todo llegó intacto a la isla. Estamos hablando de una expedición que tuvo que desafiar a bombardeos aéreos, bandidos, ríos y montañas", asegura Zhuang. "La evacuación comenzó al saber que los japoneses se aproximaban a Pekín. Se organizó una reunión de emergencia y se decidió escapar con la colección hacia el sur. Salieron de noche", relata recreando la misma historia que escuchó de boca de su padre.
Fue él quien le contó que, en medio de la anarquía que se había generado a raíz de la acometida japonesa, cientos de bandidos se reunieron en las cercanías de Pekín para intentar capturar un convoy inédito y de valor incalculable. Sólo se replegaron al saber que la comitiva iba "protegida por cientos de soldados con ametralladoras", apunta Zhuang.
"Mi padre participó en el inventario de todas las obras que tenía la colección imperial una vez que el último emperador, Puyi, fue expulsado de la Ciudad Prohibida en 1924", dice. Un catálogo que contabilizó 1,17 millones de piezas. "No se pudieron llevar todo. Los textiles no eran fáciles de conservar. Lo mismo pasó con las grandes estatuas o las piezas de bronce más voluminosas".
"Sólo transportaron un 20% de la colección original de Pekín, y a Taiwán sólo llegó un 20% de ese 20%", estima Mark O'Neill, autor del libro La milagrosa historia de los dos museos del Palacio de China, publicado recientemente.
Todo el conglomerado, obras y acompañantes, terminó en Nanjing -la capital provisional de las tropas de Chiang Kai-shel-, pero en 1937 tuvieron que retomar el camino ante la imparable arremetida de los nipones. "Se dividieron en tres grupos y se esparcieron por numerosas localidades de las provincias de Guizhou y Sichuan", relata Zhuang.
Él nació en medio de este segundo éxodo y fue testigo de cómo los empleados del museo diseminaban la colección por la campiña, las montañas y hasta en cavernas naturales: "Nosotros vivimos 5 años cerca de una cueva de Anshun (provincia de Guizhou) donde mi padre escondió varias de las cajas... Tuvimos que atravesar el río Yangtsé. No había ningún navío, así que tuvimos que recurrir a barcas. Todos los lugareños nos ayudaron. Imagine, porcelanas de miles de años envueltas en algodón viajando en barcas por el río".
La colección eludió la destrucción por cuestión de horas. En Changsha (provincia de Hunan) terminó recalando en la universidad local, pero los militares les alertaron de que los japoneses se disponían a bombardearla. "Conseguimos huir con las piezas y los aviones destruyeron todo ese lugar el día después", acota quien entonces era un niño.
Tras la victoria aliada en la II Guerra Mundial y el retorno de las piezas a Nanjing, el equipo del museo comenzó a replantearse un nuevo viaje, esta vez con dirección de vuelta a Pekín. Pero los designios de la historia eran otros. La reanudación de la guerra civil provocó un progresivo y rápido colapso de las fuerzas nacionalistas y Chiang Kai-shel decidió enviar el cargamento a Taiwán. Una enésima huida en barco por el Yangtsé y después a través del estrecho de Formosa. Sólo tres navíosrepletos abarrotados de obras de arte consiguieron escapar a finales de 1948 y principios de 1949 antes de la llegada de los soldados comunistas. Zhuan Ling y sus padres se embarcaron en el primero.
La llegada a la isla no terminó con la inacabable aventura. "Al llegar comprendimos que las posibilidades de volver a China (continental) no eran muy reales, así que se comenzó a pensar en un emplazamiento para la colección", afirma.
Pero hasta que se inauguró la actual sede del Museo Nacional del Palacio de Taipei pasaron otros 17 años, en los que los acompañantes de la recopilación artística -incluido Ling- vivieron primero junto a un almacén de ferrocarriles y después al lado de una antigua factoría de azúcar, fieles a su promesa de no alejarse de las obras.

Pintura roja para Jackie chan

Hoy, la existencia de los dos museos del Palacio de China -el de Taipei y el de Pekín- sigue siendo un legado del cisma que provocó la victoria de Mao Zedong en la refriega fratricida y el repliegue del ejército de Chiang Kai-shel a Taiwán. Una división alentada por una pugna política interminable cuyos efectos no ha podido eludir ni la cultura, como quedó en evidencia ante la inauguración el 28 de diciembre de las nuevas instalaciones del Museo del Palacio Nacional de Taipei en la región sureña de Chiayi.
Tres días más tarde, un grupo de activistas atacó con pintura roja dos de las representaciones colocadas en el exterior del habitáculo, que habían sido cedidas por el conocido actor chino Jackie Chan.
La figura de la cabeza de un caballo y de un dragón formaban parte de una serie basada en los 12 signos del zodiaco chino, cuyas estatuas originales fueron robadas por las tropas francesas y británicas que asaltaron uno de los palacios imperiales de Pekín en 1860 durante la Segunda Guerra del Opio.
Los desconocidos pintaron las esculturas con alegatos en contra de la colaboración cultural con Pekín, aludiendo a la cercanía del actor con la dirección del Partido Comunista Chino."Frente Cultural Unificado", se leía en los trazos dibujados por los atacantes, que no pudieron ser detenidos. El mismo eslogan que han usado en el pasado los partidarios de la independencia de la isla para oponerse a los intentos de la China continental por propiciar una aproximación cultural entre las dos orillas del estrecho de Formosa.
Los responsables del recinto emitieron un comunicado en el que incidían en el origen de sus tesoros."Una gran parte de la colección del museo se origina en la colección imperial de la dinastía Qing, es decir, son piezas de la cultura china.¿Cómo vamos a funcionar si se considera que exhibir reliquias relacionadas con la cultura china forma parte del Frente Cultural Unificado?", escribieron.
"Si no podemos exponer objetos vinculados a la cultura china, los museos de Taiwán tendrían que cerrar sus puertas", opinó Feng Ming-Chu, la directora tanto del edificio de Taipei como del de Chiayi, en una entrevista vía e-mail con Crónica.
"Primero, el zodiaco no es una especialidad de China. Existe en otras muchas culturas. Además, las esculturas donadas por Jackie Chan son creaciones modernas, muy finas y de alto nivel. No son copias falsas. Propuso regalarlas al museo tras un periodo de tres años. Por esos nos enfadó mucho la acción de esos jóvenes", añadió.
Taipei ha intentado otorgar un cierto lustre a la apertura del centro de Chiayi trasladando hasta este lugar varias de las piezas más cotizadas de su catálogo. Allí se podía encontraba la célebre talla de jade con forma de repollo de la dinastía Qing (uno de los elementos más reputados de los que se trajeron de Pekín), el espectacular despliegue de los escritos con tinta de oro recogidos en la llamada Sutra del Dragón del siglo XVII (cuyas 108 cajas consiguieron llegar intactas a la isla), uno de los tazones Ru -"sólo quedan 21 piezas originales y la mayoría está en Taiwán", explica el museo- o una de las valiosas y pequeñas tazas con motivos de pollos de la dinastía Ming que los expertos denominan el Santo Grial de la porcelana china.

El santo grial de la porcelana china

"Es la pieza más cara del museo. Sólo quedan 19 en el mundo. En 2014 un conocido coleccionista chino pagó 36 millones de dólares por una de ellas en una subasta. El mayor precio que se ha pagado nunca por una pieza de porcelana china. Dicen que después la llenó de vino y dijo: "Tenía que probar la inmortalidad", manifestó un guía del recinto.
Como también ocurre en Taipei, el edificio de Chiayi concita una especial aureola para los turistas de la China continental. Hace algunos días, un grupo de coleccionistas provenientes de ese destino recorría las nuevas instalaciones."Todo está muy bien preservado", admitió Ma Fang, esposa de uno de ellos. "Se deberían promover los intercambios artísticos entre los dos museos (el de Pekín y el de Taipei) para que la gente del otro lado del estrecho pueda ver también estas colecciones tan maravillosas", precisó.
Al preguntarle si la colección de Taiwán debería retornar a su origen, la muchacha rompió a reír, consciente de la connotación política que tendría su respuesta. "Sí, claro, por supuesto. Debería volver a Pekín", señaló.
El incidente con las estatuas de Jackie Chan es un reflejo de la compleja relaciónque existe entre los dos museos "nacionales" de Pekín y Taipei. El primer intercambio de visitas entre los directores de ambos recintos no se concretó hasta 2009 y pese a la insistencia de Pekín por organizar exhibiciones conjuntas que normalicen los vínculos culturales entre las dos instituciones, el préstamo de piezas de arte siempre ha tenido un solo sentido: de la China continental a la isla, yno a la inversa.
Como aclaran tanto Feng Ming-Chu como Zhuang Ling, la opción inversa resulta imposible dado que Pekín "se niega a firmar un contrato que asegure el regreso de las piezas que se presten". "Es un acuerdo habitual que se firma en cualquier exposición común entre museos nacionales, pero en este caso resulta inviable dado que ni uno ni otro se reconocen como estados soberanos. Si Pekín decidiera confiscar las piezas nadie podría hacer nada. Podrían aducir que su procedencia original era Pekín y que ahora habían regresado al lugar de donde salieron. Y tendrían razón", asevera Ling. Las autoridades de la República Popular China no admiten la denominación "Nacional" del edificio de Taipei.
Para el escritor Mark O'Neill, Pekín tampoco se muestra del todo disconforme con el presente status quo ya que la mera presencia de la colección en Taiwán "constituye un claro vínculo con China" y por tanto refuerza su reclamo de que la isla es tan sólo una provincia "rebelde" de su territorio.
"Si mañana Taiwán decidiera devolver todo, estoy seguro de que Pekín lo rechazaría. Es una forma de mantener el lazo cultural. Se trata de arte chino, no taiwanés", declaró.
Zhuang Ling reconoce que se apresuró a visitar el Museo Nacional de la Ciudad Prohibida en Pekín tan pronto como los viajes entre el continente y la isla fueron permitidos en 1987. "Los antiguos compañeros de mi padre me llevaron a ver su viejo despacho", evoca. El fotógrafo menciona que uno de los mayores pesares de su padre fue morir sin ver cómo "la colección que sacó de Pekín volvía a su lugar de origen".
Pero incluso él alberga ahora dudas sobre la necesidad de que el tesoro que acoge Taiwán deba retornar a la China continental. "El Museo Nacional del Palacio de Taiwán es un producto de la evolución de la Historia. Se ha consolidado como uno de los mejores museos del mundo y pienso que incluso si en el futuro se unificaran ambos territorios, la colección debería permanecer aquí", concluye.